Desde que en 1513 Núñez de Balboa se encontró con el Océano Pacífico, al cual bautizó como Mar del Sur, comerciantes, científicos y políticos imaginaron la posibilidad de abrir comunicación entre el Pacífico y el Atlántico no sólo en el Istmo de Panamá, sino en varias partes del territorio que se extiende desde la actual Colombia hasta México.
La posibilidad de conectar el Atlántico con el Pacífico estuvo en centro de las aspiraciones comerciales de ingleses, estadounidenses y colombianos durante los años en que la Nueva Granada—hoy Colombia, Ecuador, Venezuela y Panama- se independizó del imperio español para formar un estado de corta vida llamado Colombia (o para diferenciarlo del país que en los libros de historia ha sido bautizado como la Gran Colombia).
Además su obvio potencial económico, el Istmo de Panamá jugo un papel fundamental como símbolo del proyecto de construcción de la nación colombiana. No en vano el congreso de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, que reclamó para si el poder político durante la crisis de la monarquía española de 1808, escogió al Istmo, entre otros lugares de la naturaleza, para representar ésta nueva entidad política.
Sumado a esto, Simón Bolívar convocó en 1824 al Congreso Intermamericano en Panamá. En la imaginación de Bolívar Panamá era el lugar ideal para dar inicio a su idea de conformar una confederación de Estados Americanos. En sus propias palabras: “Parece que si el mundo hubiese de elegir su capital, el Istmo de Panamá, sería señalado para este augusto destino, colocado como está en el centro del globo, viendo por una parte el Asia, y por el otro el África y la Europa.” Bolívar además contrato al ingeniero inglés John A. Lloyd en 1827 para que hiciera las mediciones de los niveles de los océanos Atlántico y Pacífico y determinara la viabilidad de construir comunicación interoceánica ya fuera por medio de un ferrocarril o un canal.
Esta pues es una historia menos conocida que aquella que se materializó en 1914, cuando después de haber logrado su independencia de Colombia y con la ayuda de los Estados Unidos, Panamá terminó la construcción del canal interoceánico del Ismo, que sería combustible fundamental de la economía estadounidense y mundial del siglo XX.